UT Servicio Eléctrico

Ciudad de México, 2004-2019

Una tipografía diseñada para sacar chispas

La presencia de este letrero era cotidiana, es una mínima parte del paisaje urbano, una pieza que pasaba desapercibida por la condición su sencillez o de su escasa pretensión: sólo un letrero de lámina pintado a mano, para mostrar la existencia de un taller de servicios eléctricos para automóviles.

Una pieza de longeva existencia, si no equivoco el cálculo o la memoria trastabilla, debe contar con 15 años, cada mañana el mecánico lo sacaba y colocaba en un poste, de igual modo lo retiraba por las noches para guardarlo. Una operación cotidiana, y discreta. Al parecer nada relevante que relatar, solo es una acción ordinaria y minúscula como parte del movimiento matutino de un barrio, como indudablemente hay miles.

La pieza es un letrero de lámina pintada de negro y sobre ella escrito con pintura amarilla –a mano, seguramente con una brocha–  tanto el nombre de taller, así como los servicios que presta y el horario en que sirve.

El mensaje a comunicar ­–con toda su modestia– se halla escrito con una despreocupada y vehemente manifestación del alfabeto latino. Rasgos irregulares, inclinaciones variables, terminaciones dentadas, resumiendo en una frase: una expresión de la letra totalmente extravagante. Pero provista de una ventaja única: posee suficientes caracteres mayúsculos y minúsculos para indagar entorno a sus rasgos característicos.

De acuerdo con Francesco Careri: “lo exótico está siempre al alcance de la mano, basta con perderse y explorar la propia ciudad”… ¡y es tan cierto!, después de 15 años observé con detenimiento dicho letrero y descubrí la potencia de los trazos, así como las generosas posibilidades de diseño tipográfico que ofrecía este extravagante aviso: los alcances para diseñar un set tipográfico completo, con caja alta y caja baja. El resultado está aquí. 

UT Servicio Eléctrico cuenta con 282 glifos.

Autor: Eduardo Alvarez del Castillo

Eduardo Alberto | Coleccionista de datos inútiles | Ciudad de México, diciembre de 1968 | Sergio García le obsequió una cámara Minolta 16P al nacer. A los diez años se acercó a la lengua inglesa escuchando la música de The Beatles y posteriormente al castellano a través de García Márquez, Benedetti y Rulfo. Es aficionado del rock progresivo, del jazz y del blues. Gusta del “café bien conversado”, del vino tinto, de la ciencia ficción y de los gatos. Se precia de contar con grandes amigos. Pasiones: la imagen, la tipografía y la música. Ha tenido la invaluable fortuna de expresarse a través de la fotografía y la escritura. Considera indudablemente que nada es para tanto y nada es para siempre. Asiste a la vida con entusiasmo, como a un deslumbrante espectáculo.