Las letras

n el principio la humanidad se comunicó solo mediante los sonidos que era capaz de emitir, nada podía preservarse ante el paso del tiempo. Todo mensaje se desvanecía. Toda la comunicación era oral. En el proceso evolutivo de las sociedades humanas, donde los intercambios de toda índole se volvieron cotidianos, se hizo cada vez más indispensable –tal vez urgente– el registro de cierta información relevante.

Así, estimulado por esa pulsión, el ser humano inició un largo recorrido en el terreno de la comunicación cuando por primera vez hizo sencillas representaciones de objetos –y con las herramientas y sustratos que tuvo a mano,– y solo eran eso, objetos tanto identificables, como fácilmente tangibles: un buey, una casa o una puerta, etcétera, todo aquello que era propio y a las civilizaciones habitantes del norte de África, las costas del Mediterráneo y el Medio Oriente: egipcios, fenicios, asirios, cretenses y hebreos. En definitiva, a estas culturas se les puede adjudicar la invención de lo que hoy designamos como alfabeto.

“Las letras son símbolos que convierten la materia en espíritu”
Alphonse de Lamartine

A estos cincos pueblos –a decir de griegos, etruscos y romanos, otras civilizaciones que siglos más adelante, abrazaron y potencializaron la tradición del trazo de particulares formas, ideales para escribir– debemos la elección y evolución de dibujos de ciertos seres y objetos, en aquello que siglos más tarde hemos identificado comúnmente como letras.